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Sara es una viuda adicta a la televisión y a los programas de teletiendas (tv compras), esos que engañan como a bobos a la gente, el único que le queda en la vida es su hijo Harry, un heroinómano que siempre que necesita dinero para drogarse le roba la televisión a la madre para venderla en una tienducha. Sara va después siempre y la vuelve a comprar.
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Después de esto a Harry y a Tyrone les empieza a ir mal con las ventas de drogas, no consiguen nada que vender y viajan a Florida con la esperanza de hacer algo de negocio. Marion se queda en la ciudad y sin droga que meterse por lo que empieza a visitar a un hombre que le da droga a cambio de sexo. Sara cada vez es más adicta a las pastillas y empieza a alucinar en su casa, sumergida dentro de sus fantasías televisivas.
Todo en todos empieza a derrumbarse y a verse afectado por la adicción, por la desesperanza, por un tunel sin salida que empieza cada vez a ser más oscuro a sus ojos.
Como dije en un principio esta pelicula es tan brutal que recomiendo a todo a aquel que no la haya visto que se prepare y vaya con un estómago fuerte, y aún asi seguirá estremeciendo.
Lo primero que dije cuando se acabó fue "es tan horrible que es buenísima". El desasosiego, la ansiedad y la desesperación están presentes en todo momento y eso es devido a que está contada desde el único hilo conductor, la adicción. Además de eso, los encuadres, los movimientos de cámara, la división de pantalla y el rídmo frenético de algunas escenas hacen que nosotros mismos nos sumerjamos hacia un callejón cerrado, a un océano oscuro que impactará una fuerte sensación en todo el que la vea.
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En cuanto a los actores, hay que destacar sobre todo la actuación de Ellen Burstyn (la madre de Rigan en El Exorcista), que reaviva su acto y aparición dandole todo el sentido a la película, sin ella nada sería igual.
Y que decir de la música, hoy ya casi conocida por todos pero que muchos no saben bien de donde surge. Clint Mansell es el creador de una de las mejores bandas sonoras que jamás escuché, Lux Aeterna acompaña a la perfección a cada escena y la convierte en algo mucho más digerible y excitante a la vez.
El final es tan escalofriante que hace erizar los pelos hasta al más brutal y valiente de los seres. Sé que esta película no es fácil de ver, pero la recomiendo con todo mi ser.
Aronofsky sabe lo que hace y lo que quiere y lo consigue, haciendo del espectador un ojo entubado hacia la adicción, hacia la nada, hacia el desprecio por la vida que sin saberlo queremos tanto, hacia un lugar en donde hagas lo que hagas, no hay salida.